El nuevo estándar de Dfinity permitiría crear aplicaciones que se ejecutarían en la propia red en lugar de en servidores propiedad de Facebook, Google y Amazon. El Protocolo de Ordenadores de Internet (ICP) se suma a la lista de iniciativas que intentan que la web vuelva a ser un lugar democrático y libre.
En 1996, el cofundador del grupo de derechos de internet Electronic Frontier Foundation John Perry Barlow escribió La declaración de independencia del ciberespacio. El texto empieza así: “Gobiernos del mundo industrial, gigantes cansados de carne y acero, vengo del ciberespacio, del nuevo hogar de la mente. En nombre del futuro, les pido a ustedes que pertenecen al pasado que nos dejen en paz. No son bienvenidos entre nosotros. No tienen soberanía donde nosotros nos reunimos “.
Era la reacción de Barlow a la Ley de Decencia en las Telecomunicaciones de EE. UU. (Communications Decency Act), uno de los primeros intentos de regular el contenido online, el cual le pareció una exageración. Pero la amplia visión de un internet gratuito y abierto controlado por sus usuarios que propuso era compartida por muchos pioneros de internet.
Un cuarto de siglo más tarde, su propuesta resulta ingenua. Los gobiernos sí han tenido problemas para regular internet, pero los nuevos soberanos ya se han hecho cargo de él. Hoy en día, el “hogar de la mente” de Barlow está gobernado por los gigantes tecnológicos como Google, Facebook, Amazon, Alibaba, Tencent y Baidu, un pequeño grupo de las compañías más grandes del mundo.
No obstante, está claro que se está gestando un deseo de revolución, según la mezcla de científicos informáticos e inversores tecnológicos que hablaron en una conferencia online el pasado 30 de junio, organizada por la Fundación Dfinity, una organización sin ánimo de lucro con sede en Zúrich (Suiza). El fundador y científico jefe de Dfinity, Dominic Williams, explicó: “Estamos llevando a internet de vuelta a esa época en la que proporcionaba aquel entorno abierto para la creatividad y para el crecimiento económico, un mercado libre donde los servicios se podían conectar en igualdad de condiciones. Queremos devolverle su encanto a internet“.
Dfinity está construyendo algo que denomina el ordenador de internet, una tecnología descentralizada que se extiende a través de una red de centros de datos independientes que permite que el software se ejecute en cualquier lugar de internet en vez de usar las granjas de servidores que están cada vez más controladas por las grandes empresas, como Amazon Web Services y la Nube de Google (Google Cloud). La semana pasada, Dfinity presentó su software a los desarrolladores externos, y espera que comiencen a crear las mejores aplicaciones para el ordenador de internet. Se planea un lanzamiento público a finales de este año.
Retroceder en el mundo de internet no es cuestión de nostalgia. El dominio de unas pocas compañías, y la industria de tecnología publicitaria que las respalda, ha distorsionado nuestra forma de comunicarnos digitalmente, convirtiendo el discurso público en un pozo que atrae los discursos de odio y la desinformación, y altera las normas básicas sobre la privacidad. Hay pocos lugares online fuera del alcance de estos gigantes tecnológicos, y pocas aplicaciones o servicios que prosperan fuera de sus ecosistemas.
También existe un problema económico. El monopolio de estas empresas sofoca el tipo de innovación que las generó en un principio. No es una coincidencia que Google, Facebook y Amazon se fundaran cuando el ciberespacio de Barlow todavía estaba de moda.
El ‘protocolo de ordenador de internet’
El ordenador de internet de Dfinity ofrece una alternativa. En el internet que conocemos a día de hoy, tanto los datos como el software se almacenan en ordenadores específicos: en los servidores en un lado y en los ordenadores portátiles, teléfonos inteligentes y consolas de juegos en el otro. Cuando utilizamos una aplicación, como Zoom, el software que se ejecuta en los servidores de Zoom envía datos a nuestro dispositivo y le solicita datos.
Este tráfico se gestiona por un estándar abierto conocido como protocolo de internet (IP en dirección IP). Estas reglas que existen desde hace tiempo son las que aseguran que el flujo de nuestro vídeo encuentre su camino por internet, de una red a otra, hasta llegar a los ordenadores de nuestros interlocutores, en unos milisegundos más tarde.
A diferencia de él, el estándar que Dfinity está introduciendo se denomina el protocolo del ordenador de internet (ICP, por sus siglas en inglés de internet computer protocol). Estas nuevas reglas permiten a los desarrolladores mover tanto el software como los datos por internet. Cualquier software necesita ordenadores para funcionar, pero con ICP los ordenadores podrían estar en cualquier lugar. En vez de ejecutarse en un servidor dedicado en Google Cloud, por ejemplo, el software no tendría una dirección física fija, sino que se movería entre los servidores propiedad de los centros de datos independientes de todo el mundo. “En teoría, funciona en todas partes”, asegura el jefe de ingeniería de Dfinity, Stanley Jones.
En la práctica, eso significa que sería posible lanzar aplicaciones que nadie posee ni controla. Los desarrolladores de aplicaciones pagarán una tarifa, en tokens criptográficos, a los centros de datos por ejecutar su código, pero no tendrán acceso a los datos, lo que dificultará a los anunciantes rastrear su actividad en internet. Jones subraya: “No quiero forzar demasiado el tema de la privacidad de datos porque, sinceramente, la tecnología publicitaria no para de sorprenderme con su audacia”. Aun así, afirma que el ordenador de internet debería cambiar eso.
Un resultado menos positivo sería que el internet gratuito para todos también podría dificultar que los creadores de aplicaciones asuman sus responsabilidades. ¿Quién sería el responsable de eliminar algún contenido ilegal o abusivo? Es algo que nos preocupa, admite Jones. Pero señala que con Facebook no es mucho más fácil: “Les preguntamos si podrían eliminar algunos vídeos. Ellos responden que no. Depende de cómo se sienta Zuckerberg ese día”.
De hecho, un internet descentralizado puede conducir a una forma descentralizada de gobernanza, en la que los desarrolladores y los usuarios tienen voz y voto en su regulación, como Barlow quería. Se trata del ideal adoptado en el cripto-mundo. Pero como hemos visto con Bitcoin y Ethereum, también puede generar luchas internas. No se sabe si el gobierno de la masa es mejor que de los caprichosos CEO.
Aun así, Dfinity y sus patrocinadores confían en que estos problemas se resolverán más adelante. En 2018, Dfinity recaudó 90 millones de euros en una venta de cripto-tokens que valoró la red en 1.780 millones de euros. Los inversores incluyen a Andreessen Horowitz y Polychain Capital, ambos grandes jugadores del club de capital de riesgo de Silicon Valley (EE. UU.).
Además, su idea se está moviendo rápido. La semana pasada, Dfinity presentó un clon de TikTok llamado CanCan. En enero, demostró algo similar a LinkedIn llamado LinkedUp. Ninguna de las aplicaciones se ha hecho pública, pero representan un ejemplo convincente de que las aplicaciones hechas para el ordenador de internet pueden competir con las ya existentes.
Rehacer internet
Dfinity no es el primero en intentar rehacer internet, sino que se suma a una lista de organizaciones que trabajan en distintas alternativas, incluidas Solid, SAFE Network, InterPlanetary File System, Blockstack y otras. Todas se basan en los ideales tecno-libertarios encarnados en las cadenas de bloques (blockchain), en las redes anonimizadas como Tor y en los servicios entre pares o P2P (peer-to-peer) como BitTorrent.
Algunas, como Solid, también tienen respaldos importantes. Esta creación del autor del diseño básico para la web en 1989, Tim Berners-Lee, ofrece una manera para que las personas mantengan el control de sus datos personales. En vez de entregar sus datos a las aplicaciones como Facebook y Twitter, los usuarios los almacenan en privado y las aplicaciones deben solicitar lo que necesitan.
Pero Solid también es un ejemplo de cuánto tiempo se necesita para cambiar el status quo. Aunque es una propuesta menos ambiciosa que el ordenador de internet de Dfinity, Solid lleva trabajando en su tecnología central desde hace al menos cinco años. Berners-Lee habla de corregir el curso de internet. Sin embargo, resulta difícil superar la inercia de un internet arrastrado por los gigantes como Google y Amazon. Inventar la web es una cosa; reinventarla es otra muy distinta.
Otros proyectos han tenido una trayectoria similar. La red SAFE, una alternativa P2P a internet en la que los datos se comparten en todos los discos duros de los ordenadores participantes en vez de usar los centros de datos centrales, ha sido un trabajo en progreso desde hace 15 años. Una comunidad de desarrolladores de código abierto ha creado un puñado de aplicaciones para esta red, incluido un clon de Twitter llamado Patter y una aplicación para reproducir música denominada Jams. Su fundador, David Irvine, afirma: “Mi único objetivo es quitarle los datos a las corporaciones y devolverlos a la gente“. Pero admite que la red SAFE en sí misma aún no está cerca del lanzamiento público.
La jefa de proyectos de Solid del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT, Lalana Kagal, admite que el progreso es lento. “No hemos visto tanta adopción como pudimos haber tenido”.
Incluso cuando Solid esté listo para su lanzamiento completo, Kagal cree que solo las personas que realmente se preocupan por lo que sucede con sus datos personales harán el cambio. Y afirma: “Llevamos 20 años hablando de privacidad y a la gente le preocupa. Pero cuando se trata de tomar medidas, nadie quiere salir de Facebook“.
Incluso dentro de las comunidades nicho de los desarrolladores que trabajan para crear un nuevo internet, hay poca conciencia de los proyectos rivales. Ni Irvine ni las tres personas a las que contacté por correo electrónico y que han trabajado en Solid, ni siquiera Kagal, habían oído hablar de Dfinity. Las personas con las que hablé en Dfinity no habían oído hablar de la red SAFE.
Es posible que internet se vea obligado a cambiar independientemente de que al usuario promedio eso le importe o no. Kagal señala: “Las regulaciones de privacidad podrían volverse tan restrictivas que las empresas se vean obligadas a pasar a un modelo más descentralizado. Podrán darse cuenta de que almacenar y recopilar toda esta información personal ya no vale la pena”.
Pero todo esto supone que es posible desconectar internet de su principal modelo comercial de publicidad, que determina tanto las minucias de la recopilación de datos como el equilibrio de poder en la parte superior. Dfinity cree que, si internet vuelve a convertirse en un mercado libre, se producirá un auge en innovación como el que vimos en los días de las puntocom, con las start-ups que exploran nuevas formas de ganar dinero que no dependen del procesamiento indiscriminado de los datos personales. Kagal espera que cada vez más personas opten por pagar por los servicios en vez de utilizar los gratuitos que ganan dinero con los anuncios.
Nada de esto será fácil. En los años transcurridos desde que Barlow publicó su polémica visión de internet, la economía de datos ha echado raíces profundas. Kagal concluye:”Sería genial si se sustituyera por Solid. Pero también sería estupendo que fuera reemplazado por otra cosa. Simplemente se trata de algo que se tiene que hay que hacer”.
Fuente: https://www.technologyreview.es/s/12410/rehacer-internet-para-que-la-gente-vuelva-ser-duena-de-sus-datos